martes, enero 16, 2007

Se hace común en la capital el hurto de objetos de metal


MIGUEL RODRIGUEZ


DN. El robo de objetos de metal que están en la vía pública es un hecho común en las urbes dominicanas. Como ejemplo de estos actos vandálicos, decenas de estatuas y monumentos carecen de sus respectivas tarjas, hechas a base de una fundición de cobre, bronce en pequeña cantidad y otros metales en menores proporciones.

Bello Bueno, José Franscico Peña Gómez, Sor Juana Inés de la Cruz, nombres de iglesias y lugares históricos, por mencionar algunas, están prácticamente en el anonimato por no tener las placas donde se registran sus identidades y reconocimientos: es como si le hubiesen callado para siempre.

Pero esto no acaba ahí. El fusil, con todo y puño, del centinela que “protege la entrada” del panteón de las Fuerzas Armadas en el cementerio de la Máximo Gómez, fue robado hace más de un año, y ahora cumple su misión sin el arma, que debe de estar fundida y ser parte de otro objeto de metal.

Las tapas del alcantarillado y de los contadores de aguas, sobre todo aquellas que fueron construidas en la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo, son compradas en distintos puntos de compra y venta de metales con precios privilegiados por la calidad de los meteriales con que fueron construidos en ese período. Algunos de estos centro de compra operan de manera clandestina, comercian con los objetos metálicos a vendedores movidos por drogadicción o simples ladrones.

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