miércoles, marzo 14, 2007

Mujeres quemadas por la bomba siguen internas en los hospitales




Miguel Rodriguez

SANTO DOMINGO.- Con el rostro desfigurado y sensaciones indescriptibles de dolor, Gladys María Guerrero, la joven de 19 años con siete meses de embarazo, víctima de la bomba casera lanzada en el vehículo donde viajaba durante el paro de choferes del lunes, al igual que Santa de la Cruz, de 25 años, y Maritza de Jesús de los Santos, de 28 años, aún no logran apartar de sus mentes tan desafortunado momento.

“No he podido dormir pensando cuando la bomba cayó en el asiento en que iba y corrí envuelta en llamas. Más adelante una turba de pasajeros me pisoteaba tratanto también de salir del desorden”, narró Gladys María, quien estuvo a punto de abortar y sufrió quemaduras de segundo y primer grado en sus manos y la cara.

La estudiante de primer semestre de diseño de la UASD, que se levanta diario a las 5:00 de la mañana para trasladarse a la Zona Franca de Las Américas a pegar sellos en fundas para medias, dijo que cayó en un muro del que no podía pararse, hasta que más tarde agentes policiales la trasladaron al Hospital Darío Contreras.

De ahí la trasladaron al hospital Luis Eduardo Aybar, luego al Salvador B. Gautier y finalmente recibe cuidados en el Hospital de la Mujer Dominicana. Junto a ella, Santa, Maritza y otras cuatro personas recibieron el impacto de la bomba en el autobús de su empresa, en las inmediaciones del kilómetro 13 de la autopista Las Américas.

Santa, soltera, madre de dos niños, el último de ocho meses que aún amamanta, ayer era acompañada en el Hospital Salvador B. Gautier por una visitante que la ayudaba a comer, porque al igual que Maritza, con los ojos cerrados todavía, permanece en este centro inmovilizada.

Los jefes inmediatos de cada una les han prometido cubrir los gastos de medicamentos hasta superar el estado de salud que atraviesan. Mientras, Ángel Terrero y Gabriel Fernández, directores de la Maternidad de la Mujer Dominicana y el Hospital Salvador B. Gautier, informaron que dentro de su delicado estado, las mujeres superan las quemaduras y no corren riesgo de muerte.

Nukia Athala Sepúlveda y Jezrel Vizcaíno Mena, madre y esposo de Gladys, al igual que el compañero de Maritza, deploraron el hecho y lo calificaron como actos “vandálicos y de salvajismo” por parte de los dirigentes choferiles que convocaron el paro.

“Esperamos la guagua que pasa a las 6:10 de la mañana. Ya había hecho dos paradas cuando aparecieron unos tipos y prendieron una goma, luego, cuando desaparecieron, explotaron la botella llena de arena”, recordó Maritza.

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